Testimonios
Inés Alicia Ordoqui
Estuvo secuestrada en La Cacha el 1977. Realizó un reconocimiento fotográfico sin público, pendiente de su declaración del día 12/2/2014. Reconoció a Claudio Grande, Anzorena, Gauto (hermano del imputado profugado) y a Cosso.
Eduardo Axat
Desaparecieron a su hermano, Rodolfo y su esposa; cuando raptaron a ambos quedó Julián, el hijo, con los abuelos y una tía.
El padre era abogado, presentó Habeas Corpus en defensa de los dos, nunca obtuvo una respuesta.
La madre, católica, buscó soluciones por el lado de la iglesia, y nunca obtuvieron un resultado. Ella entró a Abuelas de Plaza de Mayo, y el padre se incorporó en esta especie de pelea por los DDHH.
Proviene de una casa de 3 hermanos, los criaron de una forma muy libre, empezaron a leer muy prematuramente los tres. Fueron a la escuela Anexa, al Colegio Nacional y estudiaron en la UNLP.
Su hermano Rodolfo era brillante desde muy chico. Hizo una excelente escuela primaria. Le habían puesto de sobrenombre Fel; siempre tuvo una gran sensibilidad y solidaridad; ingresó en Medicina para poder ayudar a los demás. Tenía 30 años y era empleado en el frigorífico Swift.
A Ana Inés la conoció antes que el hermano. Ella era era inteligente, capaz, bella, una muchacha espléndida. Ellos son las personas desaparecidas que él conoce.
No puede dar seguridad acerca de en qué lugar estuvieron, no tenían idea de cuántos CCD había, ni dónde funcionaban.
Ante la pregunta por Daniel Robelo, si es el apellido que recuerda, era un familiar por el lado de la familia de Inés. Cree que era guardia marina; no recuerda bien.
Julián Axat
Su padre, Rodolfo Jorge Axat y su madre, Ana Inés Della Croce, fueron secuestrados el 12 de Abril de 1977.
Ana Inés Della Croce y Rodolfo Axat
El tenía 7 meses en ese momento; comenzó a tener conciencia de esto supone que a los 2 o 3 años. Cristina le contó siempre la verdad, la hermana de la mamá. Con el tiempo, a través del relato de la abuela, fue construyendo la memoria de ese suceso, con la mayor cantidad de relatos posibles.
La noche del 12 de abril, estaban en la casa de la abuela materna, Chicha Rumbo, en calle 9 entre 47 y 48. Estaban en el dpto. su abuela Chicha, Nelly, Alberto Sandoval su esposo, su tía Cristina Isabel Della Croce, los padres y él. Habían terminado de comer, era una noche de frio. Dado que la tía al otro día salía para Entre Ríos, Paraná, los papás decidieron quedarse y al otro día llevarla a la estación. Ellos estaban en la habitación de huéspedes. Siendo alrededor de las 12 de la noche, llamaron a la puerta, la abuela atendió, y le dijeron que abra, que eran las fuerzas de seguridad, que iban a allanar el domicilio. Golpearon la puerta, estaban abajo y arriba. Toda la manzana estaba rodeada en un operativo. Ingresó un grupo numeroso de personas, algunas vestidas de civil y otras con uniforme, con rostros cubiertos, con pelucas; a la abuela y al tío los sacaron rápidamente del dpto.; lo llevaron por un pasillo largo, lo pusieron contra la pared y le dijeron que no hable. A la tía la separaron, le pusieron una capucha, y la empezaron a interrogar y le dijeron que la van a llevar también. A los padres los separaron dentro del living, pero nadie los pudo ver. El estaba también en la habitación de huéspedes, llorando.
La abuela empezó a escuchar gritos. No saben cuánto tiempo pasó. Saben que fue bastante tiempo. Cuando ella retornó, encontró todo desordenado, manchas de sangre en el piso, como si los padres se hubieran resistido. La abuela cree que su madre se quiso tirar por la ventana.
Cuando se la estaban por llevar a la tía, alguien le dijo “a vos no”. Y la dejaron con él.
Cuando la abuela volvió con el tío, se encontró con ella llorando diciendo “se los llevaron” y con él en brazos. Al tiempo llegaron los abuelos paternos desde de su casa, tocaron timbre y querían saber que había pasado, porque antes de suceder el operativo habían allanado su casa.
Primero allanaron el domicilio de los padres, 7 e/513 y 514, rompieron todo. Luego la casa de los abuelos, no les mostraron documentación, los interrogaron preguntando por sus padres, no hubo mal trato, los abuelos no sabían. Y el 3º allanamiento es el secuestro de los padres. Por eso fueron los abuelos a ver que había pasado.
La búsqueda de los padres, arranca ahí. Esa es la reconstrucción de los hechos. La abuela declaró en el Juicio por la Verdad en el 98.
Gestiones que se hicieron: el abuelo tenía 50 años de profesión, interpuso Habeas Corpus en el Juzgado Nº 2 de La Serna, fue condenado en costas. Luego en el juzgado de Adamo, se le impuso 30.000 pesos de la época. Además recibió mucho mal trato. Fue a la cámara federal, y el juez Garro, le hizo pagar las costas ese día o de lo contrario se las duplicaba. El abuelo fue, hizo el depósito, y lo agregó en el expediente. El 3 Habeas Corpus lo interpuso Guillermo Della Croce, en el juzgado de Burlando donde tuvo la misma suerte. Envió cartas al Monseñor Primatesta. Hizo una denuncia en la OEA. Tuvo una entrevista con el ministro del Interior.
Agotada esas vías, la abuela materna, Nelly, gestiono a través de la madre de Jorge Rafael Videla, porque la mamá de él había sido madrina de su tía. Se le escribió una carta para explicarle la situación, la carta tampoco se respondió. Se le pidió a Oscar Rumbo, general de Armada y éste le pidió a Daniel Robelo, estaba en Mar del Plata, a cargo de la Escuela naval. Este señor le dijo a la abuela que él no podía hacer nada, pero que ellos habían sido llevados a la Cacha y después a la ESMA. Y la abuela esto no lo declaró para no perjudicar a su familia. Estas son todas las gestiones hasta el 78 y 79.
El abuelo se vinculó a la APDH como socio activo, colaboró en la elaboración de informes. En el año 83, cuando se inició una causa con el juez Peralta Calvo, él era parte en esa causa.
En un momento, la abuela contó que una semana o dos semanas después se produjo un llamado, al dpto. de calle 9, y atendió ella; una persona le dijo que su hija se iba a comunicar y la pusieron al teléfono; ella le dijo que estaba bien, le preguntó por él, le dijo que se quede tranquila, que ella tenía esperanzas que se iba a volver a encontrar con su hijo. Ese fue el último contacto que tuvo su abuela.
El abuelo se contactó con algunos sobrevivientes de La Cacha que vieron a sus padres.
El papá tenía 29, y la mama 26 años. El jugó al rugby, estudió dos carreras: medicina y filosofía, tenía muchas inquietudes intelectuales. Muchos libros, que heredó. La mamá estudió Bibliotecología en la Facultad de Derecho de la UCA y estudiaba Antropología. Era bibliotecaria en la UNLP. Se casaron en el 73, y los dos al principio, militaron en el movimiento humanista de Silo (Mario Rodríguez Cobo), un intelectual que tuvo problemas con la Triple A, era una corriente de pensamiento que bregaba por la no violencia. Dado que el movimiento era seguido por el servicio de inteligencia de la época, los padres fueron detenidos cuando fueron a un retiro en Jujuy. Los liberaron a la noche.
En el 2008, pidió a la DIPBA un informe sobre los padres, y en esos legajos aparecía el seguimiento a ellos en Jujuy. Ese grupo nada estaba haciendo sino meditar en la ladera de la montaña.
Luego los padres ingresaron a la JUP, luego a las FAR. Comienza en los 72 su fuerte participación política, cuando la FAR se fusiona con Montoneros, ellos pasan a ser de esa organización, con tareas de logísticas. Viven en la clandestinidad. La mamá hacia tareas de militancia de base en Abasto, iba a alfabetizar a asentamientos. Al padre le asignaron la tarea de ser el referente del frigorífico Swift, nunca había sido obrero, decide hacer una proletarización en una fábrica, ingresa como empleado raso, desde que ingresa es obrero del frigorífico. Todo lo que tiene que ver con la concientización. Ricardo Herrera, compañero de él, dentro del frigorífico, tenía que ver con la construcción de conciencia de la clase obrera.
Por La Cacha pasaron muchos secuestros vinculados al frigorífico Swift. Este centro estaba dirigido a desarticular la construcción del movimiento obrero, que buscaba un disciplinamiento de clase, y extermino de la clase obrera. Este CCD estaba vinculado a la destrucción del tejido obrero. Le parece que es muy importante que se sepa qué pasaba adentro de las fábricas.
Este es un poco el recorrido que se hizo. Hay muchos testigos que han hablado de los padres, como dos personas enteras dentro del campo de detención, que animaban a los compañeros. Cree que los padres en todo caso, trataron de construir un lazo humilde con los demás. Cree que el trayecto de ellos, tiene que ver con la ruptura de privilegios sociales que les tocaron de origen, y que no les servían de nada. Y tenían que estar con los más desventajados. Cree que mas allá de su desaparición dejaron una energía especial, eso le ha transmitido cada testigo que ha pasado por acá.
Al padre le decían Fel. Cambió 4 veces de nombre, primero fue Juan, luego Felipe, y luego Simón, dentro del CCD, ahí se lo conocía como Simón. La mamá tuvo dos nombres, Juana y luego Simona. Los padres eran Simón y Simona. De acuerdo a la gran cantidad de testimonios.
La madre fue bibliotecaria hasta el momento de su secuestro. Al mes de desaparecido, le llega una carta de despido al padre. La intervención militar adentro del Swift era una intervención con control ideológico. Había una connivencia entre la intervención y la patota de la Cacha. Los legajos del Swift eran exhibidos a quienes se interrogaba. Entre el frigorífico y La Cacha, había un puente que brindaba informes, legajos, etc. Tenían directa intervención. El telegrama de despido es una ironía.
El abuelo no dejo la profesión luego de la desaparición de su hijo, siguió con otra fuerza. Como la tía no tenía con quien dejarlo, él muchas veces dormía y se quedaba en la casa del abuelo, y lo llevaba al estudio. Convivió con el mundo letrado en ese estudio. El mundo del derecho servía para cambiar lo que él no podía haber cambiado, que el derecho podía ser transformador, y hablaba de la lucha por el derecho. Cree que por eso decidió que quería ser abogado. El pensó que el derecho iba a ser una herramienta de cambio, y de hecho lo está siendo, este juicio es un claro ejemplo de ello.
El hubiera querido ser la defensa de sus padres.
“Los verdaderos testigos deberían haber sido nuestros padres, pero son el testigo imposible. Nuestros padres son los verdaderos testigos, pero estamos nosotros, los hijos, los sobrevivientes, tenemos un testimonio parcial. Podemos acercar una palabra que ocupa un vacio”.
Quiere de este juicio, justicia sobre la cadena de mando; los responsables directos están, hay elementos de prueba. La cadena de mandos tuvo una responsabilidad. Uno dijo que no podía hacer nada si el de arriba no lo decía. La cadena de mando tendría que ser condenada a cadena perpetua. Ninguno de los responsables hubiera podido hacer nada, la cadena de mando debe ser condenada igual que los responsables directos. Cree que es importante el vínculo con las fábricas, del cordón de Ensenada, Berisso, La Plata.
En el juzgado de la Serna hubo algún diligenciamiento, pero no lo incorporó, ni agregó las constancias. La Cámara resolvió también sin las constancias, y se intimó a pagar sino duplicaban el precio.
Cree que Caracoche y Betalco que hablaron con el abuelo.
Hasta principios de agosto de 1977 los padres fueron vistos en La Cacha.
De la Serna tuvo un rol importante en la democracia. Se dio cuenta que este tipo de jueces estaba vinculado con los jueces de la democracia. La endogamia corporativa. Ha convivido con muchos de esos jueces que rechazaban Habeas Corpus.
El juez Soria, rechazó Habeas Corpus con costas, el año pasado se jubiló. Convivir con esta serie de jueces es muy particular. Como defensor oficial tuvo que vivirlo.
Hay jueces que siguen teniendo prácticas de la dictadura. El tiene esperanza de que el viento de cambio se profundice.
Robelo era el edecán de Videla, era Capitán de corbeta.
Cuando se produce el secuestro de los padres, también robaron una citroneta y en el domicilio destruyeron todo con gran ensañamiento.
A la familia le cambió todo, siempre se han manejado con la verdad, pero su vida ha sido muy difícil, hizo el mismo recorrido del padre, las mismas escuelas, la misma universidad, pero era muy difícil explicarle a un compañerito de la escuela que los padres estaban desaparecidos.
Nora Gutiérrez Penette
Su hermano Alejandro Gutiérrez, fue secuestrado el 24 de junio de 1978. Fueron a la casa del hermano Gastón, estaba con su mujer Silvia Calvo, rompieron todo, destrozaron la casa, rompieron falsos techos; con las armas los tenían amedrentados.
Le preguntaron por sus parientes, por su hermano, por Penette, por Lorenzo, etc. Como no les dio la dirección de Alejandro se lo llevaron a Gastón a los golpes para la casa de Alejandro en Tolosa y otros se quedaron con Silvia y las niñas. Luego las llevaron a ellas también a ese lugar. Horas más tarde llevaron a una chica que le decían “Petisa” (Inés Paleo) con la cara destrozada y con un bebé en brazos. Le hicieron dejar el bebé ahí en la casa donde también quedaron Mary, la esposa de Alejandro y sus 2 hijos.
Al otro día liberaron a Gastón y dijeron que Alejandro iba a ser liberado en poco tiempo, que hicieran el favor de comportarse. Al niño de Inés se lo llevaron diciendo que se lo iban a entregar a su papá.
La familia es de Carlos Casares, el padre habló con el alcalde del pueblo.
El hermano dio su vida por este país.
Ella tenía 22 años, era dirigente universitaria, se tuvo que ir del país porque no estaba garantizada su seguridad. Había sido secuestrada en el año 75 junto a un compañero de arquitectura.
La madre se incorporó a Familiares de Detenidos por razones políticas porque el hermano se había comprometió para cambiar la sociedad.
La cuñada, Mary, reconoció a uno de los secuestradores que estuvo en la casa: Raúl Ignacio Altube, de la policía de la Provincia de Bs. As.
A través de un primo de su madre, Néstor Penette, tuvieron noticias de Alejandro. Lo llamó Juan Carlos Negri, lo citó en la SIE y le dijo que iba a darles noticias pero que no tenían que preguntar nada. Les dijo que cuando lo sacan a Alejandro del maletero, tuvo que tener horas hacia arriba las manos porque no podían sacarle las esposas, que tenía rotas la nariz y tres costillas, que estaba en un sótano donde no podía ver la luz, que lo habían trasladado a Bs As donde lo estaban interrogando. El padre que no lo pudo curar, y el dolor de una madre que recibe una noticia semejante.
El Tribunal le solicitó a la testigo que se retire. Al volver, se le pidió que hable solamente sobre hechos que tengan conexión con el objeto procesal de este juicio.
Siguió el testimonio:
En el año 70 o 71 su primo Néstor Penette había conocido haciendo el servicio militar a Juan Carlos Negri. Cuando Negri vio ese apellido Penette entre los detenidos, lo llamó, preguntó por el parentesco con un secuestrado (Alejandro) y le ofreció información. Negri era el “Marpla”.
Tiempo después supieron que Negri había contraído el Mal de Chagas, y no podía pasarles más noticias porque lo trasladaban a otro sitio. Esto fue después del mundial de futbol. Nunca les dijo el centro de detención donde estaba Alejandro. Lo supieron por Alcira Ríos y su marido que lo nombraron en el testimonio de Clamor.
Una testigo, María, dijo que Alejandro estuvo con los últimos 5 que quedaban en La Cacha en octubre del 78: Coco, Carlos Orellana, Toto, la Gringa y Bigote. Al hermano le decían Luciano.
La familia quiere los restos de Alejandro. Creen que están en el cementerio de Ezpeleta o en el de Avellaneda.
El Estado democrático tiene que dar respuesta, debe una explicación, todos las pruebas las presentaron los familiares, hay que abrir los archivos y es deber del Estado dar respuesta y justicia por las atrocidades cometidas.
Daniel Orlando Talerico
Fue privado de su libertad en la provincia de Formosa, junto con dos compañeras del Colegio: Silvia Cavecchia y Berta Itzcovich, cuando concurrieron al velatorio de otro compañero.
Cursaban la escuela secundaria en el colegio de 1 y 38 de la ciudad de La Plata.
Militaba en la UES y también participaba en el centro de estudiantes de la escuela, como delegado. Trabajaba y estudiaba.
Hacían el viaje a dedo, por lo que subieron a un camión para emprender el regreso. Este hecho ocurrió a fines de febrero de 1977. Allí fueron apresados en un operativo, los llevaron a una comisaría y desde allí a un aeropuerto directo a La Plata en avión.
Cuando descendieron, en auto, encapuchados y engrillados fueron por un camino a un lugar, que después supo que era La Cacha porque lo leyó en el Nunca Más y vio los planos. Pudo acceder con el tiempo la lectura de otros testimonios que corroboraron el lugar.
Los tenían amurados al piso, con capucha, sobre un colchón, tabicados.
La tortura era submarino seco, picana, y el interrogatorio estaba centrado en saber a quiénes conocían, actividad de los mismos, militancia, amistades, etc.
Describió el baño, era chiquito, con una bañera donde había ropa tirada, se sacaban la venda para elegir la ropa. En cuanto a las paredes, no recuerda el color.
En La Cacha conoció mucha gente, pero recuerda pocos nombres. Nombró a Carlos Mazza, al que dejaban circular, estaba enyesado.
De los torturadores recuerda al Francés y al Gordo, y a guardias que circulaban por ahí, como al Pollo y Willy.
El Francés participaba especialmente de su interrogatorio. Un día le dieron con la picana desde las 11 a las 18 horas. Desoyendo las recomendaciones tomó agua y esa noche estuvo con convulsiones, no lo vio ningún médico. Lo atendió una compañera de cautiverio que era estudiante avanzada de medicina.
Estuvo tres meses ahí. Después fue trasladado a la comisaria 8ª y a los 10 días, luego de hacerle firmar un papel donde decía que no se responsabilizaban por lo que le pasara, le dieron la libertad.
En la 8ª, cree que estaba detenido con presos comunes. En el mismo calabozo estaban Milanta y Berta Izcovich. Ahí ya estaba con los ojos descubiertos.
Silvia Cavecchia fue liberada unos 10 días antes que él; a Berta Izcovich la liberaron junto con él de la Comisaría 8ª. No se volvieron a ver.
No recuerda cuándo recuperó la libertad. Su vida cambió rotundamente. Fue un antes y un después. Su familia quedó desmembrada.
El 28 de diciembre de 1976, a las 6:30 hs. de la mañana en la calle 526 (e/ 12 y 13) su hermana y su cuñado murieron en supuesto enfrentamiento.
Cuando él estaba secuestrado, su mamá murió de cáncer.
Cuando recuperó la libertad se fue a Mar del Plata y luego a La Rioja y no volvió nunca más. Su padre murió con posterioridad a ese episodio.
Teresa Celia Meschiatti
La testigo se presenta en este Juicio porque tiene conocimiento de dos víctimas del CCD La Cacha: Ignacio Manuel Cisneros y María Magdalena Mainer.
Ella es sobreviviente del CCD La Perla. Estuvo detenida desde el 25/9/76 hasta el 28/12/78. Allí conoció a ambos, pero conoce a otros tres casos más, que en su momento se decía iban a La Plata, no se mencionaba el Centro, y también la procedencia, “de Marina”, “del Batallón”. Sólo puede hablar de esos dos casos en especial.
El 15/01/76 secuestraron a Caferatta, “El Gordo”, que había sido ex diputado, un compañero que había militado en Mar del Plata, La Plata, Córdoba. Hubo compañeros que lo habían visto vivo en junio del 75, en la calle. Desapareció en Córdoba, por fuerzas de Inteligencia de la Policía.
A María Magdalena Mainer la secuestraron el 18/8/76. Ella era militante montonera, al igual que la declarante. La vio una sola vez.
María Magdalena Mainer
A María Magdalena la organización la envió a San Juan, en búsqueda de material. Teresa tenía una cita con ella. Allí en San Juan, según los militares, tenía en su cartera documentos de identidad falsos, uno verdadero y varios números de teléfono, de contacto en Córdoba. Pasaron varios días y concurrió a la cita, allí la secuestraron. El que se ocupó de ella es Barreiro, que en ese momento era Teniente 1º. Allí los presentaron a todos como colaboradores del ejército. La llevaron a escena a Mainer, y Teresa la miró interrogándola sobre cómo pasó eso, qué había hecho. La llevaron de nuevo a la cuadra. Barreiro, golpeando la cabeza de Mainer, se le acercó, y le preguntó por casas, y ella le dijo que no conocía más que la casa de su familia, en la calle Córdoba.
En el año 1977 ella preguntó por Mainer, y le dijeron que estaba en La Plata. Luego descubrió que fue parte de un grupo al que en lugar de sacarlos del país, les pegaron un tiro en la cabeza.
Leyó en Página 12 el caso Mainer.
Los militares querían quebrar a la gente en cautiverio. No las dejaban hablar, las llevaban a sala de “terapia” (tortura), en octubre ella estuvo en un estado comatoso, la torturaron al borde de la muerte.
En octubre del 1976 secuestraron en La Plata a Mario Salerno. El fue llevado a fines de octubre de ese año a La Perla. Era un chico muy flaco y conocido. Lo llevaron porque decían que tenía información, pero no fue cierto. Había militado en La Plata y provenía de esa ciudad, pero su origen era entrerriano. Su apodo era “Chelo”. A mediados de diciembre lo sacaron.
El 15 de febrero de 1977 secuestraron en La Plata a Cisneros. El había sido funcionario en Agronomía durante el gobierno de Cámpora.
El mes de febrero del 77 en La Perla, fue el mes de los camiones, una de las últimas “travesuras” de Barreiro. Se iban tres cautivos por día, uno de los nuevos y dos de los más antiguos, de una lista virtual que nadie veía porque no existía.
Con otro compañero formaban un grupo que se llamaba Parques y Jardines, vestían ropa de trabajo, lavaban los camiones, trabajaban la tierra. Cisneros estuvo alrededor de dos meses en La Perla.
Ignacio Manuel Cisneros
Después lo llevaron a La Plata, y nuevamente a La Perla. Ahí estuvo con otro compañero, Perucca, que hacía 10 meses que estaba detenido. Con el tiempo se enteraron que ambos fueron fusilados detrás de La Perla, pero nunca se encontraron los restos. El lugar del fusilamiento lo cuenta Lardone, personal civil de La Perla, detenido en el marco de ese juicio, que aún vive.
El Destacamento de Inteligencia Nº 141 dependía del Tercer Cuerpo de Ejército, constaba de 4 secciones: 1ª sección Política; 2ª sección Calle; 3ª La Perla; 4ª Logística; cada una a cargo de un Coronel diferente.
Estuvo detenida 2 años y 3 meses. Primero estuvo tabicada, luego les permitieron sacarse el tabique. Los detenidos eran catalogados como drogadictos y asesinos.
Barreiro tenía odio de clase: era Dios, Patria, Hogar, de pensamiento fascista. Nunca encontró a su compañero. En 1979 lo tiraron a una fosa común.
El no saber dónde están los compañeros es una herida abierta: “Los huesos son nuestros, nos pertenecen”.
Cuando salió, se exilió. “Yo era una opa, no sabía nada”. Trabajaba y era refugiada política, con un hijo pequeño. Lo que terminó salvándola fue testimoniar, lo hizo en varias oportunidades ante diferentes Juzgados y Organismos.
Mónica Elina Torres
Era vecina de María Elena Corbalán y Mario César Suárez Nelson, ambos detenidos del CCD La Cacha.
María Elena Corbalán – Mario César Suárez Nelson
Se mudaron al barrio en el año 1976. Inmediatamente intimaron. Mónica tenía una niña de meses y María Elena estaba embarazada. Pasaban gran parte del día juntas, tomaban mate, cocinaban, charlaban.
El 7 de junio de 1977, desde la mañana muy temprano pasaban cosas raras, que alteraban lo cotidiano. Una cuadrilla, compuesta por varios hombres con ropa de trabajo, desde las 7 hs, cortaba el pasto y barría en la esquina, gritaban, estaban alterados y alteraban a los vecinos. A las 11 hs. le avisó una vecina que habían sacado a Mónica (María Elena). Entonces decidió llevar a su hijita a casa de su madrina para verificar por ella misma esa noticia.
El matrimonio Suárez Nelson alquilaba un departamento en el fondo, y lo dividía con su casa un cerco de ligustrina. Cruzó la ligustrina, golpeó en el departamento, no la atendieron. Fue a buscar a su hermana menor al colegio. A unas cuadras le preguntaron si ella era Mónica, le piden su documento, la hacen entrar a un auto a ella y a su hermana (menor de edad) y las tuvieron desde las 12:30 hasta las 18 hs. A esa hora llegó al lugar la madrina de su hija y su papá y las dejaron salir. Quedaba en el auto otra chica que estaba para identificar a Mario y a María Elena.
Fue un Operativo de Fuerzas Conjuntas, con camiones del Ejército, verdes y con lonas y con conscriptos, que tomó seis manzanas de ese barrio circundante a 7 y 76, las evacuaron, custodiaban muy armados y le dijeron que habían matado a “El Gordo” (Mario Suárez Nelson). Pasaban helicópteros.
A las 19 hs. volvió a su casa y la encontró revuelta y custodiada porque decían que “buscaban el arma con la que Suárez Nelson había matado a un conscripto”. No sólo vaciaron su casa, sino las casas vecinas.
Todo esto lo declaró en el Juicio por la Verdad y ante la CONADEP, en el año 1984.
Ella conservó el DNI de María Elena y luego de declarar en la CONADEP, guiada por el domicilio del documento, llegó a la casa de sus padres para ofrecerse a acompañar a la familia en la búsqueda de la verdad.
Después de 30 años la llamaron desde Abuelas de Plaza de Mayo por la nieta Natalia Suarez Nelson, apropiada por Omar Alonso y su mujer, y recuperada.
Por l@s 30.000 compañer@s desaparecid@s!
Juicio y cárcel efectiva a todos los genocidas!
Restitución de tod@s l@s niñ@s apropiad@s!
Basta de impunidad!
Julio López y Silvia Suppo Presentes!
No olvidamos, no perdonamos, no nos reconciliamos.
UNIÓN POR LOS DERECHOS HUMANOS LA PLATA
Ex-detenid@s desaparecid@s, Familiares y Compañer@s
FEDERACIÓN LATINOAMERICANA DE ASOCIACIONES DE FAMILIARES DE DETENIDOS DESAPARECIDOS – FEDEFAM
tel. 00582125640503
cel. 00584143333163